En el caso que nos ocupa hoy, voy a hablar de una mítica marca Británica de deportivos: Aston Martin. Esta compañía, bastante más antigua que Ferrari, se ha caracterizado siempre por fabricar deportivos, o más específicamente, GTs de altas prestaciones, a aquellos poseedores de un Rolls Royce o un Bentley que de vez en cuando querían emociones fuertes. También los Aston Martin han tenido gran reconocimiento en el mundo de las carreras, sobre todo en Le Mans. Han sido la perfecta mezcla entre elegancia y deportividad y lo siguen siendo a día de hoy. Quizá el coche más famoso de cuantos han producido es el DB-5. Fabricaron sólo mil unidades en los ‘60 y ahora hay que soltar alrededor de 140.000€ para hacerse con uno. Es el coche de James Bond por excelencia. Podría seguir hablando de la historia y el pedigrí de esta gran marca durante un buen rato, pero voy a centrarme en lo que es, a mi entender, una gran pifia. A alguien en Aston Martin se le ha ocurrido la gran idea de ...