El sector automovilístico ha sido uno de
los más perjudicados por la crisis financiera. Por ello y por su relevancia en
la economía mundial es una industria en donde se pueden ver claramente los
movimientos de las distintas compañías y marcas para hacer frente a la crisis.
Ya mencionamos hace tiempo el caso de Renault y Dacia, y ahora comentaremos el
de otra marca francesa: Citroën.
El hecho es que hasta hace un par de
años, Citroën se centraba en dar un producto barato y con un uso casi excesivo
de promociones. La estrategia de producto y comunicación estaban muy lejos de
lo que hoy en día está haciendo la marca francesa. Todo empezó con su modelo
C5, que en su comunicación le declaraba la guerra abiertamente a las marcas
alemanas (Audi, BMW y Mercedes) ni más ni menos. El diseño del producto buscaba
la sobriedad y el empaque de los automóviles germanos. La intención no era
mala: un coche francés más barato que los alemanes pero con la imagen y calidad
de acabados teutones.
El siguiente paso ha sido más ambicioso
todavía: crear una
submarca premium (más bien recuperarla). Para ello lanzaron el DS3 que entraba
en competencia directa con Mini y con Alfa Mito. Ahora han lanzado el DS4 para
buscarle las cosquillas a los Golf, A3 y Alfa Giulietta principalmente. Las ventas de los DS van mejor de lo esperado así que la estrategia ha
dado la razón a Citroën.
Y por qué lanzarse a producir coches de
alta gama ahora que todo sigue pintando tan mal? Porque precisamente el mercado
dice que las marcas premium son las que siguen incrementando sus ventas.
Porsche, Audi o BMW están marcando récords de ventas en esta entorno económico. Por ello Citroën quiere un cachito del pastel premium.
Pero hay otra razón. Citroën se
ha visto desplazada por fabricantes Coreanos como Hyundai o Kia en el segmento
low cost, y en breve los chinos harán a su vez lo mismo con estos últimos. El
resultado es que si no se pueden arañar ventas por abajo como Renault y su
Dacia, hay que arañar por arriba.
La tendencia de la industria
automovilística ha sido la de radicalizarse: o funciona lo muy barato, o
funciona lo muy caro. Las marcas que se quedaron en medio y no supieron adaptarse
lo han pasado muy mal. Citroën ha cambiado el rumbo en el momento justo y puede
que recupere el prestigio que tuvo hace unas décadas gracias a una estrategia
implementada con descaro.
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