Albert Einstein dijo una vez: “la relatividad se aplica a la física, no a la ética”. Con esta frase se refería a que la ética es absoluta; robar o matar es malo siempre y las obras de caridad son buenas… Pero la realidad en el mundo empresarial y sus marcas es distinta. Cuando hablamos de que una empresa o una marca es ética o no hay que hacerlo en base a una comparación con sus rivales en la industria en donde operan.
Si consultamos una fuente como Ethiscore que se dedica a servir información a los consumidores proveniente de la Ethical Consumer Research Association (ECRA), podemos llevarnos una desilusión cuando vemos la nota que reciben algunas empresas que desde hace años están implementando una profunda reestructuración de su negocio en base a unas pautas que giran alrededor de responsabilidad social corporativa.
Si consultamos una fuente como Ethiscore que se dedica a servir información a los consumidores proveniente de la Ethical Consumer Research Association (ECRA), podemos llevarnos una desilusión cuando vemos la nota que reciben algunas empresas que desde hace años están implementando una profunda reestructuración de su negocio en base a unas pautas que giran alrededor de responsabilidad social corporativa.
Marks & Spencer, el minorista británico que lanzó en 2007 su “Plan A” que contiene 180 objetivos para ser cumplidos entre 2015 y 2020, no obtiene una muy buena nota de Ethiscore: 6/20. Si la compañía transmite en una memoria anual que ha cumplido ya 62 de los 180, algo no parece cuadrar. Si entonces nos vamos a dos de sus más directos rivales, encontramos que Tesco consigue un 1/20 y Sainsbury’s un 2.5/20.
Marks & Spencer puede no ser la empresa más ética del mundo, pero parece que es la que mira más por la sostenibilidad de su negocio y el entorno dentro de los grandes minoristas, objetivo que se fijó la empresa cuando lanzó Plan A. La industria en la que opera una empresa fija unos límites invisibles que son muy difíciles de mover. Sólo a muy largo plazo, la sostenibilidad que una empresa es capaz de conseguir puede aumentar, ya que su dependencia de muchas otras entidades hace que la integración vertical en políticas de responsabilidad social corporativa sea muy lenta. Una compañía que quiere tener unos valores más éticos tiene que cambiarse a sí misma y a toda la cadena de valor.
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