Hace unos días leí este artículo en El Mundo que cuenta cómo algunas librerías del Madrid más castizo están incluyendo nuevos productos y servicios en sus establecimientos para hacer frente a la avalancha tecnológica que se les ha venido encima en el último par de años. Los e-books e Internet están haciendo estragos en las ventas de libros y es necesario un cambio en la estrategia para remediarlo.
Por ello, los dueños de librerías están echándole imaginación para aportar a los clientes algo más que unas cuantas estanterías llenas de libros y añadirle un componente socialización y cultura que va más allá de la simple tienda. Muchos lectores buscan un trato más personal en el lugar donde compran sus novelas y también conversar con otros lectores sobre el hobby que comparten. La simple librería se convierte en un club de lectores en donde también se puede disfrutar y aprender, por ejemplo, de vino o arte. Quizá esta estrategia sea dirigida a un nicho de mercado más pequeño que el de Fnac o Crisol, pero la capacidad de fomentar fidelidad en los clientes es mayor que la que normalmente consiguen las grandes cadenas.
Por ello, los dueños de librerías están echándole imaginación para aportar a los clientes algo más que unas cuantas estanterías llenas de libros y añadirle un componente socialización y cultura que va más allá de la simple tienda. Muchos lectores buscan un trato más personal en el lugar donde compran sus novelas y también conversar con otros lectores sobre el hobby que comparten. La simple librería se convierte en un club de lectores en donde también se puede disfrutar y aprender, por ejemplo, de vino o arte. Quizá esta estrategia sea dirigida a un nicho de mercado más pequeño que el de Fnac o Crisol, pero la capacidad de fomentar fidelidad en los clientes es mayor que la que normalmente consiguen las grandes cadenas.
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